Historias


San Valentín.
El Día de San Valentín es una celebración tradicional en la que los amigos, enamorados, novios o esposos expresan su amor o cariño mutuamente. Se celebra el 14 de Febrero. En algunos países se llama Día de los Enamorados y en otros el Día del Amor y la Amistad.
En la actualidad se celebra mediante el intercambio de notas de amor conocidas como «valentines», con símbolos como la forma del corazón o de Cupido, (El dios del amor) aunque con la popularidad de Internet en la actualidad también se acostumbra a intercambiar postales virtuales
Los enamorados tienen un día en nuestro calendario para demostrar o reafirmar su amor mediante regalos, dedicatorias o poemas pero ¿por qué el 14 de Febrero? Según los Teólogos de la era moderna existen diversas teorías que otorgan a esta fecha el origen del Día de los Enamorados. En los países nórdicos es durante estas fechas cuando se emparejan y  aparean los pájaros, de ahí que este periodo se vea como un símbolo de amor y de creación.
Algunos creen que es una fiesta cristianizada del paganismo, ya que en la antigua Roma se realizaba la adoración al dios del amor, cuyo nombre griego era Eros y a quien los romanos llamaban Cupido. En esta celebración se pedían los favores del dios a través de regalos u ofrendas para conseguir así encontrar al enamorado ideal.
También, y hace muchos siglos, fue tradicional en Inglaterra la "Fiesta de los valentinus", donde se elegían a hombres y a mujeres para que formaran pareja. Muchas de estas parejas se convertían en marido y mujer y conseguían la felicidad de pareja que se espera encontrar y consolidar el Día de San Valentín.
Otras fuentes centran el origen de la historia de San Valentín en la Roma del siglo IV, época en la que el cristianismo era perseguido. En este periodo también se prohibía el matrimonio entre los soldados ya que se creía que los hombres solteros rendían más en el campo de batalla que los hombres casados porque no estaban emocionalmente ligados a sus familias.
Es en estas circunstancias cuando surge la figura de San Valentín, un sacerdote cristiano que ante tal injusticia decide casar a las parejas bajo el ritual cristiano a escondidas de los ojos romanos.
Valentín adquiere por proteger a los enamorados y auspiciar bodas secretas gran prestigio en toda la ciudad y es llamado por el emperador Claudio II para conocerle. El sacerdote aprovecha aquella visita para hacer propaganda de la religión cristiana y convencer al emperador para que siga los pasos de Jesús. Aunque en un principio Claudio II se sintió atraído por aquella religión que los mismos romanos perseguían, los soldados y el propio Gobernador de Roma le obligaron a desistir y organizaron una campaña en contra de Valentín. El emperador romano cambió de opinión y ordenó al gobernador de Roma que procesara al sacerdote.
La misión de condenar al sacerdote la tuvo que llevar acabo el lugarteniente, Asterius. Éste, cuando estuvo delante del sacerdote,  se burló de la religión cristiana y quiso poner a prueba a Valentín. Le preguntó si sería capaz de devolver la vista a una de sus hijas que era ciega de nacimiento. El sacerdote aceptó y en nombre del Señor obró el milagro. El lugarteniente y toda su familia se convirtieron al cristianismo pero no pudieron librar a Valentín de su martirio. San Valentín fue ejecutado un 14 de febrero.
Mientras estuvo encerrado, su carcelero le pidió que diera clases a su hija Julia, a base de lecciones y horas juntos, Valentín se enamoró de la muchacha. La víspera de su ejecución, envió una nota de despedida a la chica en la que firmó con las palabras "de tu Valentín", de ahí el origen de las cartas de amor y poemas que se envían los enamorados en la actualidad y de la expresión de despedida "From Your Valentine"; conocida en todo el mundo adjunta en miles de postales de San Valentin.
La historia de San Valentín hubiera quedado ahí si no fuera porque dos siglos más tarde la Iglesia católica la recuperó. Por aquel entonces era tradición entre los adolescentes practicar una curiosa fiesta pagana derivada de los ritos en honor del dios Lupercus, dios de la fertilidad que se celebraba el día 15 de febrero. Era un sorteo mediante el cual cada chico escogía el nombre de una joven que se convertiría en su compañera de diversión durante un año. La Santa Sede quiso acabar con esta celebración pagana y canonizó a San Valentín como patrón de los enamorados.
El cuerpo de San Valentín se conserva actualmente en la Basílica de su mismo nombre que está situada en la ciudad italiana de Terni. Cada 14 de febrero se celebra en este templo un acto de compromiso por parte de diferentes parejas que quieren unirse en matrimonio al año siguiente. 
San Valentín se ha convertido en el patrón de todos los enamorados y de todas aquellas personas que quieren tener una pareja. Es común el regalo de rosas entre los amigos y familiares. Tal es así que según el color de la rosa se está expresando un mensaje. Por ejemplo: la rosa roja simboliza el amor, la blanca representa la paz y la amarilla la amistad.
Desde el siglo XIX se introdujo el intercambio de postales producidas masivamente. A esta práctica se sumó el dar otro tipo de regalos como rosas y chocolates, normalmente regalados a las mujeres por los hombres. En Estados Unidos, esta celebración también se empezó a asociar con un saludo amor platónico de «Happy Valentine’s», enviado por los hombres a sus amigas (raramente a sus amigos).
Los comerciantes se han hecho eco de esta festividad y la han convertido en un día perfecto para aumentar las ventas, flores, postales, poemas de amor, dedicatorias, bombones y regalos de todo tipo se realizan este día al ser querido para demostrar su amor y amistad. 
Un Bello Corazón.
Un joven estaba en el centro de la ciudad, proclamando tener el corazón más bello de la región.
Una multitud lo rodeó y todos admirarán su corazón.
No había marcas ni cualquier otro defecto.
Todos estuvieron de acuerdo en que aquél era el corazón más bello que hubiesen visto.
El joven estaba muy orgulloso de su bello corazón.

De repente un anciano apareció frente a la multitud y dijo: ¿por qué el corazón del joven no es tan bonito como lo mío?
La multitud y el joven miraron hacía el corazón del anciano, que estaba latiendo con vigor, pero tenía muchas cicatrices.

Tenía lugares en que se habían removido pedazos habiéndose colocado otros en su lugar, pero éstos no encajaban bien, cansado muchas irregularidades.
 En ciertos puntos del corazón, faltaban pedazos.

El joven, al ver el corazón del anciano, dijo:
 “usted debe estar bromeando…
Compare nuestros corazones.
¡El mío está perfecto, intacto y el suyo es una mezcla de cicatrices y agujeros!”

“¡Así es! - dijo el anciano.
Viéndole, tu corazón parece perfecto, pero yo no cambiaría el mío por lo tuyo.”
Mira, cada cicatriz representa una persona a la cuál le di mi amor.
Tomé un pedazo de mi corazón y se lo di  a cada una de esas personas.

Muchas de ellas me dieron también un pedazo de su propio corazón para que le pusiera en el mío, pero, como los pedazos no eran exactamente iguales, posee irregularidades, pero yo los quiero, porque me traen recuerdos del amor que compartimos.

Algunas veces, di pedazos de mi corazón a quien no me retribuyó.
Por eso, tiene agujeros. Y duelen.
Permanecen abiertos, recordándome el amor que sentí por esas personas…

Espero que un día ellos me correspondan, llenando ese vacío. ¿Qué te parece, joven? ¿Ahora entiendes en qué consiste “la verdadera belleza”?

El joven se quedó callado y las lágrimas rodaron por su rostro. Se aproximó al anciano. Arrancó un trozo de su perfecto y joven corazón y se lo ofreció al anciano, quien retribuyó el gesto.

El joven miró su propio corazón, que ya no era perfecto con antes, sino más bello que nunca.
Los dos se abrazaron y se fueron juntos.

Esta es tu oportunidad de solidarizarte con la persona que más quieres en la vida, regalando un pedacito de tu corazón.

¿Como debe ser triste pasar la vida con el corazón intacto?.
“se solidario contigo mismo” da lo mejor de ti mismo, ayudando a los que más, te necesitan.

Moraleja.

Noticia aparecida en un periódico americano sobre un caso insólito que pasó en un lugar de trabajo en la oficina de una compañía de seguros, a donde los directivos de la compañía intentan averiguar por que nadie se percató de que uno de sus empelados estuvo muerto, sentado en su mesa, de trabajo durante días sin que nadie se percatara o se interesara por el ni le preguntara que le ocurría.

George Turklebaun, de cincuenta y un años de edad, que trabajaba en una aseguradora de nueva York desde hacia treinta años, sufrió un paro cardiaco en la oficina que compartía con otros veintitrés trabajadores.
El lunes por la mañana llegó a trabajar, discretamente, pero nadie notó que no se marchó nunca. Hasta que el sábado por la mañana el personal de limpieza le preguntó que hacia trabajando en el fin de semana.

Según, declaró su jefe: “George siempre era el primero en llegar por la mañana y el ultimo en marcharse por la noche, por lo que nadie le parecía extraño que estuviera continuamente en su sitio sin moverse y sin decir nada, bastante reservado y su trabajo lo absorbía. Un examen post Morten revelo que llevaba muerto por lo menos cinco días tras sufrir el infarto.

Es un caso insólito, ¡Que pase una cosa así! sin que nadie se de cuenta, por favor amigos, de vez en cuando dale una palmadita en la espalda a tu compañero de trabajo y pregúntale, aunque sea por la familia. Si no te contesta y ves que se cae, sospecha.
Otra cosa digo a las personas que somos muy cumplidos Moraleja… que no llegues el primero, no te vayas el ultimo y no trabajes demasiado, porque… Nadie se va dar cuenta de ti.


VIVENCIAS DE UN NIÑO DE LA CALLE.

La historia que voy a contar está basada en hechos reales. Pasó en un pequeño país al sur de Europa. Es la historia de un niño que nace en el seno de una familia pobre y humilde. Era todavía un recién nacido cuando es abandonado por sus padres ya que padecen de alcoholismo y son los abuelos maternos los que se hacen cargo del cuidado del retoño.
Los abuelos eran tan pobres que no tienen recursos para cuidar a su nieto. La casa donde viven no reune condiciones de habitabilidad, es tan pequeña que no llega a diez metros cuadrados. No tiene luz eléctrica, sólo tienen una pequeña lámpara de petróleo para alumbrar cuando cae la noche. No tienen agua potable, la tienen que traer en un cubo de una fuente que está bastante apartada de la casa. El hogar familiar lo componen: "el jefe de la familia, tres miembros más y el recién llegado" Uno de los miembros muere a causa de una enfermedad incurable, otro de ellos entra en la cárcel por un delito de hurto.
El niño, raquítico, no tiene nada que llevarse a la boca, únicamente, lo que le van dando sus vecinos, y el cariño que recibe de su abuelos. Todavía recuerda episodios que le habían pasado en la infancia con tan sólo cuatro años edad: cuando su abuelo le sacaba a pasear por las calles del pueblo y al pasar por la iglesia, se asustaba de los sonidos de las campanas al anunciar éstas el comienzo de los actos de culto en la parroquia y se escapaba de la mano de su abuelo, lejos del lugar, buscando un refugio seguro, pensando que las campanas le iban a caer encima de su cabeza.
Tampoco le gustaba entrar en la casa de socorro. Cuando veía al hombre de la bata blanca, se le descomponía la cara, se echaba a temblar de miedo y no dejaba al practicante pincharle, a la hora de poner una inyección o una vacuna. El personal sanitario se veía obligado a emplear la fuerza para calmar los ataques de nervios que le entraba al niño.
También en otra ocasión, se escapó de la casa de socorro, cuando se hizo una herida en la cabeza, con una piedra jugando con otros niños, y no se dejó curar por el personal facultativo y la herida tuvo que cicatrizar sola. Se tiraba días y días con la ropa rota y manchada de sangre porque no tenía otra muda para poder cambiarse. En cierta ocasión, un vecino suyo se lo llevó en coche, "Era la primera vez que se montaba en un coche" a un mercadillo ambulante (rastrillo) que estaba en otro pueblo y le compró un traje y unas alpargatas. El niño se puso loco de contento y feliz. Por primera vez, le habían comprado ropa nueva.
Alguna veces, se escapaba de casa, sin avisar a sus abuelos, en compañía de sus amigos. Bajaban al río a aprender a nadar. No le daba miedo el agua. Aprendió a nadar muy joven cito, era una prueba de supervivencia. Los chicos mayores mayores obligaban a los más pequeños lanzarse al agua y de esta forma fue como aprendió a nadar. Algunas veces su abuelo se enteraba que bajaba al río, se ponía furioso y le regañaba y le hacía ver, el grave peligro que corría bañándose en el río. Este niño siempre iba sucio por la calle. Nunca se aseaba. Siempre con el pelo greña y pulgoso. Era una criatura de la calle, rebelde, travieso, inquieto por la situación que vivía en su entorno familiar.
Desde temprana edad, todavía no había cumplido los seis, años tenía que ayudar en las tareas del hogar a sus abuelos jubilados y enfermos de tuberculosis, a buscarse la vida para que no falte el plato de comida en la mesa. Todos los días, tenía que andar tres kilómetros ida y vuelta, con una bolsa y una fiambrera a recoger la comida a una casa de caridad que repartía comida a los pobres. La comida de invierno se calientaba en horno de leña y la de verano con la luz solar. También con un cántaro tenía que ir a una fuente a buscar agua, recoger leña, par que no faltase en la casa, buscar chatarra de aluminio en el basurero del pueblo, para después venderla y con el dinero que sacaba de la chatarra se lo entregaba a su abuelo para comprar comida y medicinas.
Este niño no sabía lo que era una cuna, compartía cama con sus abuelos, tampoco sabe lo que eran unas fiestas navideñas, las escuchaba por los demás niños, pero en su casa no se celebraban, no sabía lo que era un cumpleaños, nunca había tenido juguetes, jugaba con los juguetes prestados por sus amigos. Le daba envidia de no poder ser igual que los demás niños."no sabe lo que es el bienestar de un niño" Jamás tuvo un paraguas para resguardarse de la lluvia, se mojaba y secaba su ropa con su cuerpo frágil, o un abrigo para abrigarse del frío. Desde su niñez, nunca se había puesto unos zapatos, lo que tenía eran unos zuecos, que le regaló su abuelo, hechos de un tronco de madera tallados por él. Al niño le gustaba andar por la calle descalzo. Se cortaba los pies con cualquier objeto y no se hacía daño. Estaba acostumbrado a los golpes que se pegaba a diario. Las infecciones no existen para él. le encantaba engancharse en la cola de los tranvías, cuando estos estaban en marcha, para no pagar el ticket.
Este niño que iba creciendo en la calle, curtido de tanto sufrimiento y dolor, con sólo ocho años, se le viene la desgracia encima, por el fallecimiento de su abuelo, al que más quería en este mundo. Estaba muy unido a su abuelo y orgulloso por haber compartido con él, en esta corta vida momentos felices y agradables, había sido su compañero, amigo, también su consejero. Su abuela no le podía cuidar, por estar muy enferma. Está paralítica sin poder moverse de la cama. Se queda a cargo de su custodia del niño, su tío, que acababa de salir de la cárcel y convive con su compañera sentimental, que eran dos personas malvadas y egoístas, que nunca tenían un detalle o una actitud cariñosa con el muchacho. El maltrato era permanente, le pegaban palizas a diario, se escapaba de casa porqué no quería convivir con su tío.
Este niño, rebelde, ambulante obligado por la situación que vive, que nadie puede con él, que no sabe lo que es cariño de padre o amor de madre, que no acababa de terminar los estudios primarios por la situación que vive en casa de su tío, que no ve ninguna salida por ningún sitio, por entonces también se muere su abuela le da mucha pena, después de tanto tiempo de sufrimiento que pasó ella en una cama, sin poder moverse, debido a su enfermedad degenerativa.
Su tío tutor le obligaba a trabajar a temprana edad, con solo diez años, como peón de albañil, arrimando el lomo a un trabajo muy duro, el de la obra, para un adolescente, cargando, con una carretilla de mano, arena, ladrillos o mezcla, también subiendo cuatro pisos, cargando en el hombro puntales para el encofrado de los pilares de la obra, legaba, al final de la jornada laboral, con las manos ensangrentadas y reventado del esfuerzo. Este adolescente era el único que trabajaba en la casa. cuando cobraba el sueldo, su tío se lo quitaba de las manos. No tenía ninguna piedad con el muchacho, sólo le daba el plato de comida del día. Este niño harto de la situación que vive en casa, se rebela contra su tío y su compañera, por autoritarios y egoístas, por no estar conforme con el trato de vida que llevaba de esclavo, sin libertad alguna. Tampoco le dejaba jugar con sus amigos de la infancia, sólo vive para la casa y para el trabajo. Un día, sin decir nada, se escapa de su casa de su tío. Con apenas trece años emprende una aventura en busca de la libertad y de una vida mejor: emigra a un país extranjero.
 Consigue su primer trabajo en una feria, en una atracción de coches de choque. Con la empresa que trabaja recoge medio país, de feria en feria y deja la empresa porque no ve futuro alguno. Más tarde, encuentra trabajo en una mina de carbón, como ayudante de picador. Trabajo duro el de minero. Estaba bien pagado. Había sido el mejor sueldo que había cobrado en toda su vida. Se sentía como un empleado privilegiado. Nunca había visto tanto dinero en sus manos. Con el dinero empezó a comprar todo lo mejor en vestimenta, gastar en sus caprichos, en alquilar un pequeño apartamento. Nunca había estado en una situación semejante. No sabia este niño adolescente que era un dormitorio con un armario y una cama con colchón de espuma y sábanas limpias. Tampoco un cuarto de baño con bañera y una cocina con todos sus enseres.
Le vino a la memoria cuando era un crío en la casa de sus abuelos siempre había dormido en colchón de paja y a veces, en el suelo con una manta, porque ellos eran muy pobres. No tenían dinero para comprar una cama en condiciones. "Todo lo que le estaba pasando no se lo creía. Era un lujo. Siempre había vivido en la calle en la miseria, en la penuria, en el sufrimiento, en la tristeza, en el dolor" Ahora con lo que ganaba, le daba para todos sus caprichos, para vivir bien y ahorrar.
Seguía trabajando duro. Se iba haciendo un hombre. El peligro era constante, con los derrumbamientos del carbón. Algunas veces, coge un segundo turno, para ganar un dinero extra. Se iba curtiendo en la mina. Ahorraba mucho dinero como minero. Después de trabajar muchos años en la mina, deja la vida de minero y ya no, le inspira mucha confianza debido a las cantidades de accidentes que ocurría en la mina. Se monta un pequeño negocio de hostelería con el dinero que ganó en la mina. El negocio que él administra le va muy bien, genera ganancias y con el capital que va produciendo en su pequeño negocio, lo va invirtiendo en la rama de hostelería.
Ahora este niño hombre, luchador es dueño de una cadena de hoteles. Es joven rico y famoso. Su fortuna es incalculable. Ha sido a base de mucho esfuerzo y sacrificio. Ha valido la pena luchar para tener una vida mejor. Ha sido valiente. La calle le enseñó todo. a ser fuerte, luchador, emprendedor y a no tener miedo a la vida. Hoy es un hombre feliz, comprensivo, bondadoso, generoso. Todas las penurias (miseria, hambre y frío) que pasó en su infancia, no se le olvida y se le quedó marcado en su interior y en su corazón.
Sabe que sus padres aún viven. Tampoco le guarda rencor a nadie. La vida da muchas vueltas. Le ha venido así de dura. Es la realidad, le tocó pasar un trago duro en su infancia, pero también la vida lo compensó de todo el sufrimiento que le tocó vivir. Éstas son las vivencias de un niño de la calle que tiene unos grandes recuerdos de su abuelo y una frase que le repetía muchas veces y que se le quedó grabada en su cabeza: "No te preocupes, hijo que algún día, la vida te sonreirá y serás el niño más feliz del mundo" Que descanse en paz Don Francisco que así se llamaba el abuelo del niño

Un cuento de amor.

El cuento que voy a contar está narrado por una persona que ama al mas grande del universo, mas que su própia vida.
Mientras te levantabas esta mañana yo te observaba. Esperaba que me hablaras, aunque fuesen unas pocas palabras preguntando mi opinión acerca de algún tema o agradeciéndome por algo bueno que te hubiese sucedido el día de ayer. Pero noté que estabas muy ocupado...buscando ropa adecuada que te ibas a poner para ir al trabajo. Seguía esperando mientras corrías por la casa arreglándote, creí que encontrarías unos cuantos minutos para detenerte y decirme ¿Hola? Pero estabas demasiado ocupado...para ver si por fin me percibías, encendí el cielo para ti, lo llené de colores y dulces cantos de pájaros...pero ni siquiera te diste cuenta de ello. Te miré mientras te ibas al trabajo y esperé pacientemente todo el día.
Con tantas actividades supongo... que estabas muy ocupado para decirme algo. De regreso, vi tu cansancio, quise rociarte para que el agua se llevara todo tu stress. Pensé que agradándote te acordarías de mí. Sin embargo, enfurecido, ofendiste mi nombre. Deseaba tanto que me hablaras... aún quedaba bastante tiempo. Después encendiste el televisor. Esperé pacientemente mientras mirabas tu programa favorito, luego cenaste y nuevamente te olvidaste de habar comigo. Te noté cansado, entendí tu silencio y apagué el resplandor del cielo, pero no te dejé a oscuras. Lo cambié por un lucero... en verdad fue hermoso, pero no estuviste interesado en verlo.
A la hora de dormir creo que ya estabas agotado. Dijiste... Buenas noches, a tu familia, caminante hacía tu cama y casi de inmediato te dormiste. Acompañé con música tus sueños. Mis animales nocturnos se lucierón. No hay problema...porque quizás no te des cuenta que siempre estoy para ti. Tengo mas paciencia de lo que te imaginas, quisiera enseñártela para que puedas tenerla con los demás.
Te amo tanto que espero todos los días por una oración y el paisaje que diseño cada amanecer es para ti. Bueno...te estás levantando otra vez y no me queda otra cosa que entregarte todo el amor que siento por ti y continuar esperando que al menos el día de hoy, me dediques solo... un poco de tiempo.
Que tengas un bueno día... cariño mío te quiero tanto, te he dado el alma por ti y que todo este tiempo he estado a tu lado para cuidarte en todo el momento para que te sienteras agasajado por mi corazón enamorado que no tiene resentimientos de esperar lo que haga falta para recuperar ese amor no correspondido por la persona que tanto he amado.
Es un cuento de amor de una persona que sus vivencias internas eran muy profundas que no tiene reparos en otra cosa, que el amor que siente a esa imagen hermosa, que está dentro de su alma constantemente y que le sigue a todas a partes.
¡Lo que llamamos amor eterno!

Historia de un sabio.

Se cuenta… que en el siglo pasado, un turista americano fue a la ciudad de El Cairo - Egipto, con la finalidad de visitar a un famoso sabio. El turista se sorprendió al ver que el sabio vivía en un cuarteto muy simple y lleno de libros. Las únicas piezas de mobiliario eran una cama, una mesa y un banco. ¿Dónde están sus muebles? Preguntó el turista, el sabio, rápidamente, también preguntó: ¿Y dónde están los suyos...? ¿Los míos? - se sorprendió el turista.¡ Pero si yo estoy aquí solamente de paso! Yo también... - concluyó el sabio. La vida en la tierra es solamente temporal... Sin embargo, algunos viven como si fueran a quedarse aquí eternamente y se olvidan de ser felices". "El valor de las cosas no está en el tiempo que duran, sino en la intensidad con que suceden. Por eso existen momentos inolvidables, cosas inexplicables y personas incomparables." Puedes ser feliz hoy..... Pero el día de mañana tu no lo sabes lo que va a pasar, la vida da muchas vueltas y cambia muchas veces el sentido de las cosas. Sólo estamos aquí de paso en nuestro corto recorrido por la vida. Por lo tanto vive la vida intensamente comparte tus alegrías con todo el mundo, porque al compartir disminuyen la tristeza y el sufrimiento de muchas personas que necesitan de nuestra ayuda.
Moraleja...... No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy.
¡Es tu decisión!

Carta a un maltratador.
Para ti, cabrón: Porque lo eres, porque la has humillado, porque la has menospreciado, porque la has golpeado, abofeteado, escupido, insultado... porque la has maltratado. ¿ Por qué la maltratas? Dices que es su culpa, ¿verdad? Que es ella la que te saca de tus casillas, siempre contradiciendo y exigiendo dinero para cosas innecesarias o que detestas: detergente, bayetas, verduras... Es entonces, en medio de una discusión cuando tú, "método de disciplina" intentas educarla, para que aprenda. Encima lloriquea, si además vive de tu sueldo y tiene tanta suerte contigo, un hombre de ideas claras, respetable. ¿De qué se queja?
Te lo diré: Se queja porque no vive, porque vive, pero muerta. Haces que se sienta fea, bruta, inferior, torpe... La acobardas, la empujas, le das patadas..., patadas que yo también sufría.
Hasta aquel último día. Eran las once de la mañana y mamá estaba sentada en el sofá, la mirad dispersa, la cara pálida, con ojeras. No había dormido en toda la noche, como otras muchas, por miedo a que llegaras, por pánico a que aparecieses y te apeteciera follarla (hacer el amor dirías) o darle una paliza con la que solías esconder la impotencia de tu borrachera. Ella seguía guapa a pesar de todo y yo me había quedado tranquilo y confortable con mis piernecitas dobladas. Ya había hecho la casa, fregado el suelo y planchado tu ropa. De repente, suena la cerradura, su mirada se dirige hacia a la puerta y apareces tú: la camisa por fuera, sin corbata y ebrio. Como tantas veces. Mamá temblaba. Yo también. Ocurría casi cada día, pero nos acostumbrábamos. En ocasiones ella se había preguntado: ¿y si hoy se le va la mano y me mata? La pobre creía que tenía que aguantar, en el fondo pensaba en parte era culpa suya, que tú eras bueno, le dabas un hogar y una vida y en cambio ella no conseguía hacer siempre bien lo que tú querías. Yo intentaba que ella viera cómo eres en realidad. Se lo explicaba porque quería huir de allí, irnos los dos... Mas, desafortunadamente, no conseguí hacerme entender.
Te acercaste y sudabas, todavía tenías ganas de fiesta. Mamá dijo que no era el momento ni la situación, suplicó que te acostases, estarías cansado. Pero tu realidad era otra. Crees que siempre puedes hacer lo que quieras. La forzaste, le agarraste las muñecas, le empujaste y la empotraste contra la pared. Como siempre, al final ella terminaba cediendo. Yo, a mi manera gritaba, decía: mamá no lo permitas. De repente me oyó. ¡Esta vez sí que no!- dijo para adentro-, sujetó tus manos, te propinó un buen codazo y logró escapar. Recuerdo cómo cambió tu cara en ese momento. Sorprendido, confuso, claro, porque ella jamás se había negado a nada.
 Me puse contento antes del tiempo.
Porque tú no lo ibas a consentir. Era necesario el castigo para educarla. Cuando una mujer hace algo mal hay que enseñarla. Y lo que funciona mejor es la fuerza: puñetazo por la boca y patada por la barriga una y otra vez...
Y sucedió.
Mamá empezó a sangrar. Con cada golpe, yo tropezaba contra las paredes. Agarraba su útero con mis manitas tan pequeñas todavía porque quería vivir. Salía la sangre y yo me debilitaba. Me dolía todo y me dolía también el cuerpo de mamá. Creo que sufrí alguna rotura mientras ella caía desmayada en un charco de sangre.
Por ti nunca llegué a nacer. Nunca pude pronunciar la palabra mamá. Maltrataste a mi madre y me asesinaste a mi.
Y ahora me dirijo a tí. Esta carta es para tí, cabrón: por ella, por la que debió ser mi madre y nunca tuvo un hijo. También por mi que sólo fui un feto a quien negaste el derecho a la vida.
Pero en el fondo, ¿sabes?, algo me alegra. Mamá se fue. Muy triste, pero serenamente, sin violencia, te denunció y te dejó que la justicia decidiera tu destino. Y otra cosa: nunca tuve que llevar tu nombre ni llamarte papá. Ni saber que otros hijos felices de padres humanos señalaban al mio porque en el barrio todos sabían que tú eres un maltratador. Y como todos ellos, un hombre débil. Una alimaña. Un cabrón.
Impresionante y emocionante, no tengo palabras lo que relata este chaval, un estudiante de bachiller en esta hermosa carta sobre la violencia de género.

La Fuente de la Juventud.
 
Un cuento popolar Japones.
 
Había una vez un viejo carbonero que vivía con su esposa, que era también viejísima. El viejo se llamaba Yoshiba, y su esposa se llamaba Fumi. Los dos vivían en la isla sagrada de Mija Jivora, donde nadie tiene derecho a morir. Cuando una persona enferma lo mandan a la isla vecina, y si por casualidad muere alguien sin síntomas, envían el cadáver a toda prisa a la otra ribera. La isla, la más pequeña del Japón, es también la más hermosa. Está cubierta de pinos y sauces, y en el centro se alza un hermoso y solemne templo, cuya puerta parece que se adentre en el mar. El mar más azul y transparente que podáis imaginar, mientras que el aire, el aire es nítido y diáfano.
 
Los dos ancianos eran admirados por el resto de la aldea, que les admiraba por dos virtudes: su resignación y persistencia a la hora de aceptar y superar los avatares de la vida, y el amor mutuo que se habían procesado durante más de cincuenta años. El suyo, como tantos otros en Japón, había sido un matrimonio concertado por sus padres. Fumi no había visto nunca a Yoshiba antes de la boda, y éste sólo la había entrevisto un par de veces a través de las cortinas, y se había quedado admirado por su rostro ovalado, la gentileza de su figura y la dulzura de su mirada. Desde el día del casamiento, la admiración y adoración fue mutua. Ambos disfrutaron de la alegría de su enlace que se multiplicó con creces con tres hermosos y fuertes hijos, pero ambos también se vieron sacudidos por la tristeza de perder a sus tres hijos, una noche de tormenta en el mar.
 
Aunque disimulaban ante sus vecinos, cuando estaban solos lloraban abrazados y secaban sus lágrimas en las mangas de sus kimonos. En el lugar central de la casa, construyeron un altar, en memoria de sus hijos y cada noche llevaban ofrendas y rezaban ante él. Pero últimamente una nueva preocupación había devuelto la congoja a sus corazones. Ambos eran mayores y sabían que ya no les quedaba mucho tiempo. Pero Yoshiba se había convertido en las manos de su esposa y Fumi en sus ojos y sus pies, y no sabían cómo podrían superar la muerte de alguno de ellos. ¡oh, si tuviésemos una larga vida por delante!
 
Una tarde, Yoshiba sintió la necesidad de volver a ver el lugar donde había trabajado durante más de cincuenta años. Pero al llegar al claro del bosque, y observar los árboles, tan conocido, se dio cuenta que había algo nuevo. Tanto años trabajando allí, y nunca se había fijado en que debajo del mayor árbol había un manantial de agua clara y cristalina, que al caer parecía cantar, y su crujido, como el de hojas de papel arrugadas, se mezclaba con el murmullo de la hojas al ser movidas por el susurro de la brisa al atardecer. Yoshiba sintió una terrible sed y se acercó a fuente. Cogió un poco de agua y bebió. Al rozar sus labios, sintió la necesidad de beber más, pero al ir a cogerla observó su reflejo en el agua y vio que habían desaparecido las arrugas de su rostro, su pelo era otra vez una hermosa y negra cabellera, y su cuerpo parecía más vigoroso y fortalecido. Aquel agua tenía un poder misterioso que lo habían hecho rejuvenecer.
 
Entonces sintió la necesidad de ir corriendo a decírselo a su esposa. Cuando Fumi lo vio llegar no reconoció a aquel mozo que de pronto se acercaba hacía la casa, pero al estar junto a él observó sus ojos y lo reconoció. Cayó desmayada al recordar sus años de juventud, pero Yoshiba la levantó y le contó lo que había ocurrido en el bosque. Decidió que fuese por la mañana, porque ya era de noche y no deseaba que se perdiera.
 
A la mañana siguiente Fumi se fue al bosque. Yoshiba calculó dos horas, porque aunque a la ida tardaría más por su edad y la falta de fuerza, a la vuelta llegaría enseguida porque habría recuperado su juventud. Pero pasaron dos horas, y tres, y cuatro, y hasta cinco, por lo que Yoshiba empezó a preocuparse y decidió ir él mismo al bosque a buscar a su esposa. Cuando llegó al claro, vio la fuente, pero no encontró a nadie. Entre el murmullo de las hojas y el crujido del agua, oyó un leve sonido. Como el que hace cualquier cría de animal cuando está sólo. Se acercó a unas zarzas, las apartó y encontró una pequeña criatura que le tendía los brazos. Al cogerla, reconoció la mirada. Era Fumi, que en su ansia de juventud había bebido demasiada agua, llegando así hasta su primera infancia. Yoshiba la ató a su espalda y se dirigió hacia casa. A partir de entonces, tendría que ser el padre de la que había sido la compañera de su vida.